Twittear

Pío Tamayo, floricultor de la palabra

Por: Daniela Saidman

 (Desde Venezuela. Colaboración para ARGENPRESS CULTURAL)

http://cultural.argenpress.info/2011/04/pio-tamayo-floricultor-de-la-palabra.html

Su palabra cierta es esencia de la historia que están escribiendo y reescribiendo los pueblos pobres del mundo.

 

 

 

 

Hay muchas maneras de hacer nacer el mundo. Hay muchas formas de contar los sueños y sembrar las esperanzas, de alumbrar el futuro y de andar diciendo nosotros, juntos, el mañana. Y por eso hay hombres que hacen historia y se quedan en el presente que no tiene pausa. Precisamente entre esas voces imprescindibles está la de José Pío Tamayo (El Tocuyo, 04 de abril de 1898 (aunque algunas fuentes citan como fecha de nacimiento el 04 de marzo) – Barquisimeto, 5 de octubre de 1935). Pío fue un poeta que asumió el compromiso con los dolores de las gentes y sus tierras. Fundador del Partido Comunista de Venezuela, el joven que fue descubrió temprano la fuerza de la palabra que sabe decir pueblo y siembra, justicia y solidaridad.

 

Sus ideas manifiestan ante y sobre todo la humanidad de un hombre que aún hoy está por construir, la pasión que mueve y nos mueve hacia el futuro que no nace por predestinación divina, sino a punta de amores, de tesones, de pasiones que saben cantar libertades, de manos que cosechan los tiempos por venir. En fin, su vida y sus versos, su palabra cierta, son esencia de la historia que están escribiendo y reescribiendo los pueblos pobres del mundo.

 

Semblanza

 

Desde adolescente se sumergió en el ritmo de las imprentas y las palabras impresas. Y en su época de estudiante de liceo fundó con otros compañeros una imprenta que llevaba el nombre de “Gil Blas”, tal vez en homenaje a ese personaje de la novela de Alain-René Lesage o a la posterior publicación semanal que con una mezcla explosiva entre política y satírica se publicó en España entre 1864 y 1872.

 

Pío quien se había marchado a Barquisimeto a estudiar en el colegio La Salle, dio a luz a la revista literaria Renacimiento. También publicó Saltos y brincos, y luego Ayacucho. Regresó a El Tocuyo después de la muerte de su padre. Se encargó de la hacienda El Callao, porque de allí salían los recursos familiares. El rol de propietario y administrador del fundo le permitió abrir un espacio para hacer realidad sus mejores sueños, mejorar las condiciones de los trabajadores. Su gestión al frente de la producción permitió la compra de tractores, la instalación de servicios sanitarios para los campesinos y una red de energía eléctrica para las casas y la hacienda. Además, Pío fundó una granja porcina y el primer transporte colectivo entre Barquisimeto y El Tocuyo, para que las mujeres y hombres, niños y viejos de esos tiempos y esas tierras pudieran trasladarse a un bajo precio.

 

Pero su vida estuvo marcada por el exilio, por los desarraigos que se anudan siempre a la memoria y los gestos con que se alumbran las mañanas.

 

En 1922 Pío Tamayo, como se le conoció siempre, salió del país debido a sus actividades conspirativas contra el gobierno de Juan Vicente Gómez. San Juan de Puerto Rico fue su primer lugar para el exilio, allí trabajó en una planta azucarera. Luego llegó a Nueva York y levantó vuelo hacia La Habana, donde cuentan que participó en la fundación del Partido Comunista de Cuba. Sus días en la isla fueron propicios para escribir en las revistas Venezuela Libre y Revista Universitaria. Precisamente en la capital cubana estudió a fondo el marxismo y se integró a un grupo de venezolanos que luchaban por dejar atrás el régimen gomecista con el objetivo de abrirle paso a la democracia.

 

La Unión Obrera Venezolana, un movimiento de corriente e inspiración marxista que luchaba por la conciencia y unidad de la clase obrera nació de su esfuerzo y convicción en Barranquilla. Y sus ires y venires por el exilio lo encontraron en Panamá en 1925, donde fue detenido por dirigir una huelga de inquilinos. Luego, el gobierno de José María Orellana de Guatemala también lo expulsó por actividades que eran consideradas subversivas, pero que no eran más que la lucha que lo empujó siempre a construir un mundo más justo y más humano. Terminó en Costa Rica donde se desempeñó como director de la revista Siluetas, al mismo tiempo que colabora en las publicaciones Avispas y Nueva Prensa.

 

De vuelta en Venezuela, en 1926, empezó a colaborar en la revista Élite y en el diario Mundial. Y dos años después se incorporó con alma y brío a la organización de la Semana del Estudiante. Corría el año de 1928. Durante el acto inaugural Pío Tamayo leyó Homenaje y Demanda del Indio, un poema apasionado y comprometido con las más hondas y justas causas, tanto que le costó la libertad. Cumplió condena en el Castillo de Puerto Cabello, junto a muchos de los jóvenes que participaron en aquella memorable jornada. Allí fundó una escuela para los analfabetos y otra de marxismo para los presos políticos.

 

Probablemente no haya sido la tristeza del encierro, porque no se puede aquietar las alas del viento ni las palabras libres que nacen de los hombres, pero Pío Tamayo enfermó de tuberculosis en prisión y en diciembre de 1934, cuando fue puesto en libertad ya su estado de salud estaba quebrado. Pío, el floricultor de las palabras y las libertades, las esperanzas y los sueños falleció el 5 de octubre de 1935. Él es tal vez un pionero del movimiento literario vanguardista y precursor del marxismo en Venezuela. Su obra se encuentra dispersa en periódicos y revistas, aunque ha sido parcialmente recogida en la antología Diario de un Floricultor.

 

Pio Tamayo un hombre de pensamiento y acción con sentido de futuro. Un hombre, que con conocimiento del marxismo, entendió que a nuestra sociedad no se le podía someter a esquemas prefabricados, sino que había que buscar en el interior de nosotros mismos y de nuestra historia la esencia que habría que rescatar para avanzar hacia nuevos estadios. De allí que, desde la Carpa Roja, no inscribió escuela de comunismo sino escuela de idealidad avanzada como la denominó, porque junto a la reivindicación económica y social, estaba en Pío la certeza de que ninguna sociedad puede transformarse si no asienta sus bases en un código de deberes humanista, solidario e igualitario. Pío hablaba entonces de la historia colectiva: una historia que no hemos sabido ni construir y muchas veces ni siquiera imaginar. El poder siempre ha sido lo suficientemente atractivo para hacer olvidar toda utopía o visión solidaria de la historia. Se utiliza para fines personales, políticos, partidistas, foráneos, grupales, económicos. No se ha utilizado aun para construir una sociedad en la cual quepamos todos, cada uno con sus necesidades satisfechas, con su derecho al trabajo, vivienda, educación, disfrute, conocimiento.

 

 

“Querido Toño:

 

No tengo acto de qué arrepentirme; seguí los mandatos de mi conciencia y si alguna vez me equivoqué hay que culpar la imperfección humana, pero nunca la intención. Muero sereno y conforme con mi conciencia. (...)

 

¿Qué te he de recomendar? Cultiva siempre en el predio rico de tu espíritu las cualidades nobles que te distinguen; húyele a las satisfacciones mezquinas de los egoístas, y vivirás vida colmada de contento interior que es el más puro de los deleites.

 

Esta carta debe llegar a ti en los minutos inmediatos a mi muerte. No olvides que he sido sencillo y limpio de corazón. Procura enterrarme en El Tocuyo, pueblo al que he amado y cuyas gentes me quieren. No deseo ninguna ceremonia religiosa, ni aquí, ni en el acto del sepelio. Condúceme a una casa amiga en aquel pueblo, donde puedan reunirse los que quieran acompañarme al cementerio. Anuncia muy llanamente: “Ha muerto Pío Tamayo (37 años).

 

No pude revisar, corregir ni compilar nada de mi obra. En esas condiciones no deseo que se publique ninguna cosa. Guárdalas simplemente.

 

Te dejo a mamá. ¡Qué gran tesoro, hermano! Quiérela ahora por mí y por ti.

 

Te amo y digo adiós”,

 

Pío (28 de septiembre de 1935, fragmento de la carta destinada a su hermano José Antonio Tamayo).

 

SEGUNDA APORTACION

 

Jose Pio Tamayo (Venezuela)

 “Hoy 5 de octubre de 2014 se cumplen 79 años de la muerte de mi tío abuelo José Pío Tamayo y ayer recordamos el décimo tercer  aniversario de la muerte de su sobrino mayor: Luis Miguel Tamayo Tamayo, mi querido y recordado padre. 

El Profesor Marin escribe asi:

LA MALDICIÓN DE PÍO TAMAYO

Luis Marín  

PÍO TAMAYO

UN HOMBRE DESAFORTUNADO

 De José Pío Tamayo puede decirse con toda propiedad que fue un hombre desafortunado. Ninguna de las empresas que emprendió, fueran económicas, políticas e incluso literarias, arribó a buen puerto. Todas, sin excepción, naufragaron en las tormentas del camino.

 La tiranía militarista bolivariana de Juan Vicente Gómez lo enterró en vida en el Castillo de Puerto Cabello en 1928 sentenciando que no saldría de allí sino muerto, lo que cumplió a cabalidad porque sólo tuvo una breve dispensa, precursora de lo que hoy llamarían “casa por cárcel”, para morir miserablemente en Barquisimeto el 5 de octubre de 1935, apenas dos meses antes que su verdugo.

 En todas las culturas existe un personaje, a veces maléfico a veces sólo travieso, como el diablo de la imprenta, un hado o un jorobadito, que tuerce las cosas, trastoca las señalizaciones de la ruta, se burla de pronósticos, frustra nuestras mejores intenciones y genera los resultados más inesperados.

 En Venezuela, por alguna razón misteriosa, se prefiere atribuir este papel a una “mano peluda” que siempre está interfiriendo desde las sombras para desquiciar el curso del destino o quién sabe si, visto de otro modo, no sea más bien su agente encubierto para lograr que sea lo que tiene que ser. 

 

NO ERA UN ESTUDIANTE Y POR TANTO TAMPOCO PERTENECIÓ

 A LA GENERACIÓN DEL 28

 En el caso de JPT esto es particularmente notorio, considerando que él no aparece a la hora de los homenajes y hasta monumentos conmemorativos de la llamada Generación del 28, con el argumento casi unánime de que “no era un estudiante”. Extremando el argumento, ni siquiera era de esa generación porque ya frisaba los treinta años mientras los demás andaban en sus veinte.

 Lo curioso es que ese argumento que parece plausible para excluirlo de toda mención, no lo fue al momento de la organización del evento central de la Semana del Estudiante en el Teatro Municipal, en que Pío Tamayo recitó su famoso “Homenaje y demanda del indio”, que produjo tanta conmoción y que, al fin y al cabo, le costó la vida.

SIN EMBARGO EN LA SEMANA DEL ESTUDIANTE

FUE QUIEN TOMÓ LA PALABRA EN EL MUNICIPAL

 ¿Qué mano peluda puso a JPT allí, en el centro de la escena, para que dijera lo que dijo? ¿Por qué él y no otro, entre quienes había tantas plumas finas, como la de Andrés Eloy Blanco?

 Cuenta Isabelita Jiménez Arráiz que le advirtió, cuando le leyó el poema en su casa: “Pío, tú sabes que de allí sales preso”. Y más tarde en una nota clandestina a la prisión: “fíjate que todos los demás salieron y tú te quedaste, eso fue lo que ganaste”.

 Pero Pío reaccionó muy airadamente al primer comentario: ¡déjate de veletismo! Y a   éste segundo más bien con cierta melancolía, comparándose con aquellos árboles que echan sus semillas al viento, sin saber dónde van a retoñar. 

Y MURIÓ EN SILENCIO SIN SALVAS, MANIFIESTOS

O DUELOS PÚBLICOS

 “Así he sido yo. No creas que esto se acaba. Esto, como las flores del samán, va a volar por todo el mundo. Y tú no supiste comprender que así era mi palabra. La palabra de Pio Tamayo está en estos momentos volando por el mundo entero. De manera que mi palabra no ha muerto y va a germinar. Y tú vas a ver que será como el samán que donde menos se espera salen nuevos samanes.”

 Pero JPT murió en silencio, sin salvas, manifiestos, ni duelos públicos, salvo el de sus antiguos peones que quisieron cargarlo hasta su última residencia en la tierra.

CUIDADO CON LOS POETAS

 El drama es más o menos así: el indio se lamenta de que le han raptado a su novia y suplica a la Reina Beatriz I que mande a sus súbditos, los estudiantes, que vayan a buscarla. Su novia se llama… ¡Libertad!

 Misteriosamente desde entonces la sociedad venezolana ha descargado sobre los hombros de los estudiantes esta tarea. Son los llamados a buscar la libertad y a ser sus custodios, en un país devastado por sempiternas tiranías militaristas bolivarianas.

 Esa situación perdura en nuestros días y esa dialéctica de prisión y rebeldía parece ser el sino de nuestra historia, magistralmente simbolizada con su vida y condensada en muy pocas palabras por José Pío Tamayo, con plena conciencia de su trascendencia. 

SU CÁRCEL FUE EJECUTIVA SIN LA CHARADA DE UN JUICIO

 Su cárcel fue ejecutiva, sin la charada de un juicio con acusaciones rebuscadas como estilan los militares de hoy en día, sino que fue encerrado arbitrariamente y punto, bajo vagos señalamientos de ser comunista, agente de alguna fuerza antinacional y el todavía más indemostrable de haber traído las huelgas a este país.

 Pero simultáneamente era repudiado por los comunistas, que entonces todavía abrigaban la pretenciosa idea de contar con una concepción científica de la sociedad y el Estado, por lo que lo despacharon como un iluso idealista. 

CONDENADO A MUERTE POR COMUNISTA SE DECLARÓ A

SÍ MISMO MILITANTE DE LA IDEALIDAD AVANZADA

 Sólo muy tardíamente trataron de reivindicarlo como una suerte de precursor del socialismo, basándose sobre todo en sus clases en el Castillo Libertador; pero lo cierto es que él no se definía a sí mismo como comunista sino de “idealidad avanzada”, lo que, por supuesto, era un anatema.

 Desde los orígenes del pensamiento occidental, los poetas han sido considerados siempre como poco confiables en política, en particular porque privilegian los sentimientos en detrimento de la razón, que es el eje de la acción política.

 Nada puede estar más alejado del cálculo frío, de la pretensión de un “comunismo científico”; ni igualmente equidistante de la mezquindad acomodaticia de los corifeos del gomecismo. El sino de Pio Tamayo es, pues, la incomodidad, la molesta inquietud que causan aquellos que no pueden encasillarse fácilmente.

JAMÁS SE GANÓ UN PREMIO NI FUE OBJETO DE RECONOCIMIENTOS

 JPT nunca se ganó un premio literario, no fue objeto de homenajes ni reconocimientos, aún en la actualidad, en que la más reciente tiranía militar bolivariana quiso elevarlo de forma oportunista a las honras del  Panteón Nacional, con la manifiesta oposición de sus familiares y amigos, este propósito se extravió en los vericuetos de la burocracia oficial.

 Igual suerte corrió la solicitud de darle su nombre a la nueva Sala E de la Biblioteca Central de la UCV, donde su Cátedra ha funcionado por más de treinta años. Las autoridades de esta ilustre casa de estudios prefirieron darle el nombre de Francisco de Miranda, esto a pesar de que la antigua Sala E ya se llamaba así, con lo que hay dos salas homónimas y sin contar que así se llama el Estado Federal lindante con la Universidad, la principal avenida central de Caracas y ser éste un militar sin ningún vínculo conocido con la Universidad. 

Y LA CÁTEDRA QUE LLEVA SU NOMBRE ES EXPULSADA HOY

POR MOTIVOS DE OPINIÓN 

Ora por presiones del gobierno o quejas de la oposición oficial, las autoridades fueron más allá declarando a la Cátedra Pío Tamayo como un “ente externo” a la UCV, para desembarazarse de la incomodidad que causan las opiniones que allí se ventilan.

 Debe ser el único caso en la historia universitaria en que toda una Cátedra es expulsada de una Universidad por motivos de opinión.

 Así que cercano a los 80 años de su muerte, la nube negra sigue gravitando sobre la cabeza de JPT y por lo que se ve, de cualquiera que se le acerque o invoque su nombre.

EL ALA LUMINOSA

 Otro aspecto incomodo que trae el caso de JPT es constatar que aún bajo las tiranías más abyectas hay gente que la pasa estupendamente bien. Aunque haya que reconocer que no sólo bajo el gomecismo existía un ala luminosa, es seguro que puede rastrearse una cáfila de privilegiados a la sombra de cualquier tiranía que haya padecido este país, incluyendo la actual tiranía filo castrista.

 El más sobresaliente fue por supuesto Arturo Uslar Pietri, que sí era de la generación del 28, pero al contrario de sus compañeros que se debatían entre la cárcel y el exilio, estaba cómodamente en París junto a la legación gomecista y su familia, que vivía en Maracay en la vecindad del tirano, tenía con él una relación intima, más que amistosa.

 Pero también estaba José Gil Fortoul, paisano de Pío Tamayo, de cuyas diligencias a su favor no existen evidencias y no parece que hayan mejorado su situación en cautiverio sino todo lo contrario,  al parecer las empeoró.

 Son famosos Laureano Vallenilla Lanz, Pedro Manuel Arcaya; pero sería arduo e injusto tratar de nombrarlos a todos porque siempre quedan muchos fuera y además la cuestión central es desbaratar el mito de que las tiranías militares no gozan de apoyos ilustres e incluso de fervor popular. 

EL VIVO CONTRASTE ENTRE EL MARTIRIO Y LA EXUBERANCIA

 Lo cual crea una eterna controversia de carácter moral, porque no se sabe quién tiene al final la razón, si unos u otros: ¿Qué hubiera pasado si JPT hubiera leído un panegírico de JVG como hacían tantos? ¿Hubiera sido más inteligente de su parte? ¿Le hubieran premiado con una beca al exterior en lugar de la feroz persecución que le tocó sufrir? ¿Cuál sería hoy su imagen? ¿Qué partidarios tendría?

 La sola mención de Pío Tamayo vuelve a plantear ese doloroso dilema: pensemos en los privilegiados de la actual tiranía. Los mismos que persiguen hoy la memoria de JPT, que quisieran borrarlo de todo recuerdo son los que advierten la herida social que representa, el vivo contraste entre el martirio y la exuberancia.

 JPT desafió a la tiranía de JVG no con las armas, como había sido la costumbre hasta ese momento, sino con la palabra, con el verbo encendido, un enemigo nuevo que incomodaba al régimen y contra el que no estaba preparado para luchar.

 Esto fue una ruptura con las montoneras propias del siglo XIX, con las intentonas cuartelarías y las invasiones que eran las formas de acción tradicionales, para dar inicio a una nueva concepción de la lucha política, no militarista sino civilizada. Venezuela entraba sin retorno al siglo XX. 

“SOY UN INDIO TOCUYO, YO”

 Pero hay otra cuestión embarazosa. Cuando Pío Tamayo tiene la  osadía de pararse en el medio del escenario del Teatro Municipal para decir: “Soy un indio tocuyo, yo”; estaba desafiando también a la buena sociedad, que no era exactamente una aristocracia, pero tenía pretensiones de ascenso, lo que desencajaba con ese discurso.

 Y este es otro problema de Venezuela, el de una sociedad de castas que no termina de asimilar los valores democráticos, por lo que las relaciones se enredan en hipocresía, impostura y simulación. Las élites no han cedido nada, solo se llevan sus prejuicios racistas a la alcoba y no los ventilan en público para conservar la corrección política.

 La gran ventaja de Pío Tamayo es que nunca podrá ser el centro de ninguna escuela, ni política ni literaria, las élites no podrán sacarle provecho porque no está dado para el éxito sino para el fracaso, no para el oropel sino para la fría oscuridad del calabozo. 

ÚTILES PARA SACRIFICARSE, INÚTILES PARA TRIUNFAR

“¿Somos simplemente unos líricos, los últimos románticos quizás o somos los revolucionarios sanos de conciencia e infantiles de corazón que necesitan los pueblos, útiles para sacrificarse, inútiles para triunfar, pero indispensables siempre para la mejoría de la humanidad?” 

EL HIJO DE DIOS RESULTA SER NO EL HOMBRE EXALTADO

SINO EL ESCARNECIDO

 Una vez más los hijos de apellidos de mucho lustre y abolengo, que abusan del inmenso poder de que disponen para perpetrar el feo vicio del auto-homenaje, le niegan el más mínimo espacio a los “humillados y ofendidos”; no es solo que nieguen el derecho de petición, sino que ni siquiera responden, así sea negativamente, lo que los asemeja más al gobierno títere, que tanto repudian.

 Misteriosamente, el hijo de Dios resulta ser no el hombre exaltado sino el escarnecido.

 

 

Luis Marín

 

01/10/14

AVISO LEGAL y POLITICA DE PRIVACIDAD